Si bien se desconoce la fecha exacta del nacimiento
de la Virgen María, se celebra su nacimiento del 8 de Septiembre y se estima
que sucedió entre el año 20 – 30 A. C.
del Calendario Actual. A
diferencia de lo que ocurre con el nacimiento de Juan Bautista, el evangelio no
dice nada del nacimiento de Nuestra Señora.
La fiesta de la Natividad de la santísima Virgen
surgió en oriente, y con mucha probabilidad en Jerusalén, hacia el s. v. Allí
estaba siempre viva la tradición de la casa natalicia de María. La fiesta
surgió muy probablemente como dedicación de una iglesia a María, junto a la
piscina probática; tradición que se relaciona con el actual santuario de Santa
Ana.
La fiesta fue fijada el día 8 de septiembre
probablemente porque, representando María el papel del comienzo o proemium de
la obra de la salvación (cf. la oración de colecta de la misa), era muy
oportuno celebrar su nacimiento al principio del año eclesiástico según el
Monologium Basilianum. Una narración apócrifa, titulada De ortu Virginis (sobre
el nacimiento de la Virgen), ponía la concepción en el seno de santa Ana a
primero de mayo, y refería que Nuestra Señora había nacido, a los cuatro meses
de gestación. (1)
En lo referente al lugar de nacimiento de Nuestra
Señora, existen tres tradiciones diferentes que hay que considerar.
Primero,
se ha situado el acontecimiento en Belén. Esta opinión se basa en la autoridad
de los siguientes testigos: ha sido expresada en un documento titulado "De
nativ. S. Mariae" (2) incluido a continuación de las obras de S. Jerónimo;
es una suposición más o menos vaga del Peregrino de Piacenza, llamado
erróneamente Antonino Mártir, que escribió alrededor del 580 d. de J.C. (3);
finalmente, los Papas Pablo II (1471), Julio II (1507), León X (1519), Pablo
III (1535), Pío IV (1565), Sixto V (1586) e Inocencio XII (1698) en sus Bulas
referentes a la Santa Casa del Loreto afirman que la Bienaventurada Virgen
nació, fue educada y recibió la visita del ángel en la Santa Casa. Sin embargo,
estos pontífices no deseaban en realidad decidir sobre una cuestión histórica;
ellos simplemente expresan la opinión de sus épocas respectivas.
Una segunda tradición situaba el nacimiento de Nuestra Señora en Seforis, unas tres millas al norte de Belén, la Diocaesarea romana, y la residencia de Herodes Antipas hasta bien entrada la vida de Nuestro Señor. La antigüedad de esta opinión puede deducirse por el hecho de que bajo el reinado de Constantino se erigió en Seforis una iglesia para conmemorar la residencia de Joaquín y Ana en dicho lugar (4). S. Epifanio habla de este santuario (5). Pero esto sólo demuestra que Nuestra Señora debió vivir durante algún tiempo en Seforis con sus padres, sin que por ello tengamos que creer que nació allí.
La tercera tradición, la de que María nació en Jerusalén, es la más probable de las tres. Hemos visto que se basa en el testimonio de S. Sofronio, de S. Juan Damasceno y sobre la evidencia de hallazgos recientes en la Probatica. La Festividad de la Natividad de Nuestra Señora no se celebró en Roma hasta finales del siglo VII; sin embargo, dos sermones encontrados entre los escritos de S. Andrés de Creta (m. 680) implican la existencia de esta fiesta y nos hacen suponer que fue introducida en una fecha más temprana en otras iglesias (6). En 1799, el décimo canon del Sínodo de Salzburgo señala cuatro fiestas en honor de la Madre de Dios: la Purificación, el 2 de febrero; la Anunciación, el 25 de marzo; la Asunción, el 15 de agosto y la Natividad, el 8 de septiembre.
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