¡QUÉ MARAVILLOSO ES EL DON DE LA VIDA!
Todos los seres humanos somos imagen y semejanza de Dios. Al ser
creados, recibimos una chispa divina, que nadie puede darnos sino Dios. Y
por tanto, nadie puede quitarnos la vida.
Además, nuestra vida
humana es grande en vistas a nuestra vida eterna en el cielo.
La vida humana es condición de la vida eterna, a donde estamos llamados
por Dios para gozar de Él eternamente. Por eso es tan valiosa a los
ojos de Dios nuestra vida, y por esto es también de un precio
inestimable para cada uno de nosotros. San Jerónimo dijo en cierta
ocasión que esta vida es un estadio para los mortales: aquí competimos
para ser coronados en otro lugar.
Si hemos entendido esto, entonces comprenderemos que la vida humana es
una chispa que salta de Dios. La vida humana aquí en la tierra es la
posibilidad que Dios nos concede de alcanzar la vida eterna en el cielo.
Esforcémonos por vivir nuestra vida como una aventura...
hagamos de nuestra vida una fiesta continua... vivamos nuestra vida a
plenitud y seamos generadores de condiciones favorables para tener vida y
vida en plenitud.
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